Aquí estoy, en este paralelismo y en esta ilusión,
entre el realismo y la ficción
de un largo fin de semana
que pareció un sueño eterno,
del cual quería despertar
solo para estar sobre tu piel,
con la curiosidad, con la intriga
de cómo iba tu rutina,
esa monotonía que nos atrapa.
¿Habrá sido suficiente nuestro jueves?
Dime... ¿cómo, si llevamos más de 48 horas ausentes?
Es nuestra penitencia después de tanto pecado.
Pero quiero que sepas que,
después de tanto reflexionar,
lo volvería a hacer,
porque ya no puedo parar.
Porque cuando estoy junto a ti,
es como entrar en una máquina del tiempo
y dar un salto hacia aquellos deseos de juventud,
sin miedo a nada,
antes de hacernos viejos,
sin preocuparnos por nada.
Hay un portal abierto,
con nuestras vidas escondidas,
y este lunes se acerca:
nuestra hora cero.
Y vamos una semana más contra el viento,
saludándote de mejilla,
pero lo cierto es que
nada es tan importante como decirte:
"Hola, ¿cómo estás?"
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