jueves, 17 de julio de 2025

Embriagada de placer

En tu boca estaba el verbo de mi deseo
Conjugamos nuestros cuerpos,
y mi piel respondía erizada
al subjuntivo de mi osadía,
de un causa y efecto.

Cuatro veces he trazado
cada parte de tu piel,
dispuesta a hacerte el repaso entero.
Tu forma, impredecible,
de acoplarte perfectamente,
siguen rimando besos en mi espalda.
Quiero seguir navegando mis manos encima de tu pecho.

Romanticemos el momento.
Transpiremos, suspiremos, y vamos subiendo de nivel.
Te vuelves éxtasis entre mis piernas entreabiertas,
vorazmente estremeces mi cuerpo,
gimiendo libre mientras sujetas mis manos.
Y entre tanto descontrol, tus manos van perdiendo dirección.
Entre jadeos me hice verso, me hice rito:
y no de una niña que tiembla ante el sonido,
sino una mujer que gime, que se entrega,
que sé que corre al infinito.

Me encanta la tenacidad con la que despiertas mi curiosidad,
la seguridad que me das para despojarme de mis pudores.
Estremecidos, comprometidos a entregarnos
y renunciar al papel de lo que habíamos aprendido de
“solo complacer”.

No solo despojas mi ropa: desaparece mi rigidez,
mis prejuicios, mis dudas, mis pretextos.
Una transgresión firme y necesaria,
porque aquí tú eres el maestro y yo la escritura.

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