Aun susurran tus besos sobre mis oídos,
el eco de tu jadeo y el mío,
resonante, envolvente,
mientras me penetras,
profundo, a través de mi piel.
Quiero ser tu pecado, tu vicio,
como un alma perdida en el vacío,
clavada en tu piel,
tesoro clandestino y fugitivo,
cruzados en un fuego prohibido.
Sublime y dulce es el caos que provocas en mí,
me atrapas, me envuelves,
entre besos que terminan en orgasmos.
Hoy renací como mujer,
acoplados entre la locura y la ternura.
Hoy exploré y descubrí
lo que nunca imaginé:
totalmente desarmada, vulnerable,
entregada.
Y en ti, por fin, me encontré.
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