En mi cabeza repasan tus besos como anestesia sobre mi piel.Vamos consolidando este pacto, clandestinos y fugitivos.
Mientras nos desvestimos, se cuela la voz de Olvera y suena mi propio deseo, compartido y dividido.
Porque estoy presa en el vaivén de tus labios, prisionera en el roce de tu lengua sobre mi piel. Como la canción: “siento el calor de tus brazos, esto es mi cielo”…
Estamos uno junto al otro, sin promesas, sin culpas, y por más que intento, no puedo contenerme mientras te posas sobre mi cuello, con una música de fondo que nos delata.
Un encuentro sin testigos, sin mañana; solo este instante, fundidos en el amor. Y al compás de aquel verso —te decía—:“Ya no quiero”, y tu mirada, confundida, no entendió que justamente “ya no puedo compartir tus labios”.
Y entra el murmullo de otra canción, esperando que este deseo no nos condene, porque quiero ser ratoncita en tu ratonera, silenciosa y prisionera…
Siento los minutos dilatarse, transpirando una llama de pasión prohibida.Te atesoro en este silencio, cierro los ojos y no me dejas de impresionar.
Nos despedimos con un beso furtivo, solo cómplices de nuestros cuerpos, con mi deseo atrapado en tu piel y tu esencia atrapada en la mía.
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