Un amor incondicional,
Un amor merecido,
Un amor, con lágrimas,
De felicidad, de ser, de estar.
De pertenecer.
Te amo entre sábanas blancas,
Que se tiñen como pétalos de rosa
Entre el calor de tu cuerpo
Entre el enredo de tu lengua,
Entre tus manos apretando mi cintura.
Amo tu sonrisa, tu espontaneidad
Tu risa, tu canto, pero lo que más amo
Son tus manos sosteniendo las mias,
Tus abrazos enganchados.
Impregnada de tu esencia,
Y el eco de tu jadeo, sobre mi oreja
Compone suspiros que no se olvidan.
Con las miradas pérdidas,
Nos reconocemos una y otra vez,
Como si cada encuentro fuera el primero,
El último o el único.
Y asi, en un mes de treinta y un días,
Nos hemos citado veinte veces,
Dispuestos con los mismos cuerpos,
Pero el deseo siempre es distinto,
Donde la entrega cambia de forma,
En cada pose, en cada roce.
Se transforma, se explora y reinventa.
Veinte veces suspendidos en caída libre
Embriagados de locura y ternura.
Y hay noches que parecen contarse solas,
Como si el tiempo observará de reojo,
Guardando nuestro secreto y complicidad
Pequeños ciclos que se suman en silencio,
Sin fecha, sin nombre.
Una coincidencia que se repite mes con mes.
Una cifra que guarda nuestras memorias,
Entre la piel y el recuerdo.
Y dias como hoy, el tiempo nos pertenece,
Y discretamente guarda la huella de lo nuestro.
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